miércoles, 5 de agosto de 2015

MAL ME QUIEREN MIS COMADRES PORQUE LES DIGO LAS VERDADES; BIEN ME QUIEREN MIS VECINAS PORQUE LES DIGO LAS MENTIRAS

MAL ME QUIEREN MIS COMADRES

La verdad es algo de difícil digestión para quien se la ha tenido que tragar porque otro se la haya dicho, o echado en cara.
Y no tanto porque la verdad moleste, sino porque, como regla general, quienes presumen de "decir siempre las verdades" se olvidan, cuando así lo aseguran, de añadir un pequeño detalle: Decir las verdades a destiempo, cuando más daño pueden hacer, no debe ser así. Es injusto.
Si hay actos que recriminar a alguien sus actos o recordarle algo desagradable, debe hacerse con tiento. Usando comprensióm y caridad, de modo que no sea humillado, no arrojándoselo a la cara delante de todos
Haciendo esto se consigue lo contrariode lo que nos proponíamos, pues humillar no era lo que se pretende.
Si no es que intentábamos, eso, humillar.

También es verdad que todos somos más asequibles al halago (por engañoso que sea) que a la reprimenda (por mucha razón que lleve).
De ahí que la mentira y la adulación susciten más adictos que la verdad escueta y dura: hay que tener el ánimo muy templado para escuchar las verdades del barquero y seguir siendo amigo suyo.

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